Un espacio de viajes entre la música y palabras

Es que una vez más la música es la responsable

martes, 18 de octubre de 2011

La guitarra tras la voz, la música en el campo

Hace unos días, mientras bullía la indignación que se solventó en el post anterior, escuchaba a la delicada Gillian Welch y tomé dos decisiones, una de ellas postergada desde hacía demasiado, la otra novedosa. La primera tiene que ver con la gestión de mi discoteca y el etiquetado por géneros que hace la vida más fácil, desde hace años iba encajonando en etiquetas varias (Singer/Sogwriter, Lounge, Rock, e incluso algún Pop) a una serie de cantantes que tenían más características comunes que dispares y que merecían encuadrarse en un cesto común. La determinación cobró forma y un nuevo género habita en los gestores de música: Farmer, la elección del nombre no es asunto baladí, tenía que ser una etiqueta que condujera con la máxima claridad posible hacia el grupo de músicos que cobijaría y la encontré, y los trasladé (están más cómodos ahora, agrupados y con un decorado que les identifica mejor). La segunda actuación pensada se refería a la materia que contendría esta entrada y no era otra que la música Farmer que disfruto.
El aire contenido en la música
El género se puede encontrar por ahí como Folk (no lo uso porque no es música con mensaje social o político que frecuentemente acompaña a estos cantantes), Country (no es adecuado porque no incluye ritmos bailables), Cajun (es más que eso ) o Honky Tonk (demasiado específico y limitado). Los parámetros que crean un conjunto de esos cantantes son: su música está soportada por dos instrumentos principales, la voz y la guitarra (muchas veces acústica o semiacústica) y los arreglos que contiene sus temas añaden detalles de violines, armónica o algún otro instrumento acústico. El motor que les impele es el canto de un texto, o sea, hablamos de cantantes de canciones (estrofa, estrofa, estribillo, estrofa en la mayor parte de sus temas, aunque hay excelentes excepciones sobre esa estructura tan manida), y la característica principal que sella el distingo es que en su escucha uno se siente trasladado al paisaje rural de los USA, sean las montañas de Nebraska, los desfiladeros del oeste, o sus eternas praderas. En esos sonidos hay fogatas, reses, relinchos y aire libre.
En los antecedentes brilla Neil
Mi incorporación como seguidor de la mayoría de los componentes del nuevo género es relativamente reciente y el criterio de admisión es mucho más personal que de costumbre, es cierto que hace ya décadas que sigo a Neil Young que, en su vertiente acústica sería paradigmático de los farmers y algún álbum de un Dylan primerizo también podría encajar sin esfuerzo, el multicitado JJ y mi admirado Kris Kristofferson son del grupo y tal vez tenga alguno más de la vieja escuela en el fondo de armario discográfico, pero la gran mayoría son cosecha del sigo XXI o me los he hecho míos en este siglo.
La producción de este tipo de música siempre ha sido un coto muy restringido al mercado USA y nos llega a Europa muy limitadamente, la ruptura de los canales convencionales de difusión ha hecho posible acceder a muchos de ellos que nunca han pisado, ni piensan hacerlo, el viejo continente, y que viven la mar de cómodos en su estado, con sus giras y sus lanzamientos de discos.
Pero esta música merece reseñarse por su calidad, por su efecto terapéutico, ideal para descrisparse y porque hay que estar abierto al máximo número de estilos para poder descifrar de forma correcta las vías propias de disfrute. Por todo ello y porque me apetece escribir sobre unos cuantos compañeros de mis tiempos bucólicos, ahí van los nombres emblemáticos de este movimiento.
Ryan Adams. Para empezar un polifacético artista de Carolina del Norte, poeta, pintor y músico. Sus devaneos sentimentales y colaboraciones musicales contemplan nombres como los de Alanis Morrissette, Beth Orton, Norah Jones o Winona Ryder, y eso ya nos habla de un espíritu inquieto, libre y potente. Ryan es de los que provienen de la etiqueta Rock, aunque su grupo germinal, Whiskeytown está en una línea Country Rock algo diferente. Su inclusión en el género y en primer lugar se debe sobre todo a los discos que edita en solitario, sin los Cardinals, con los que toca un Rock bastante menos interesante, y entre los primeros sobresale el de su debut, el estratosférico Heartbreaker (2000), un disco culpable de mi creciente interés por esta vertiente musical, desde que lo descubrí no ha dejado de aparecer en las escuchas de las más variopintas épocas.
Penando por mil penas, el desgarro en sus canciones
Ryan, se lanza a la aventura de la música en solitario y, como es bastante normal en los artistas que tiene cosas que decir, cambia el registro de forma sustancial, donde habían guitarras y himnos de rock campestre nos encontramos en un oasis de baladas íntimas y sensibles bordadas con su preciosa voz. Un lujo de disco que no puede más que disfrutarse. La década transcurre de forma irregular para el norcarolino y los discos se suceden, algunos muy buenos el Gold (2001), el intimista 29 (2005) y el más urbano y triste Love is Hell (2004).  El tema fetiche del cantante es el "Oh my sweet Carolina", del Heartbreaker: Oh my sweet Carolina, What compels me to go?, Oh my sweet disposition, May you one day carry me home.
Fink. Un singular cantante inglés, en las venas circula el aire de Cornualles y los años de Bristol, en la garganta germina la sensibilidad y el hielo. Su atmósfera campera sugiere un Earl Grey en la campiña surcada de rocas. Descubría a Fink hace un par de años y desde la primera escucha del Sort of revolution supe que lo nuestro tenía futuro, tiene un sesgo opaco que lo hace único y esto, en el siglo XXI es un hallazgo muy raro, que un tipo con una guitarrita y algunos arreglos leves consiga sonar diferente y fascinar merece mucha admiración. Hay mucho horizonte sureño en las canciones de sus discos, aromas cajun, ritmos bluesy y cadencia negroide, sospecho que los gustos musicales que le alientan están muy alejados de las calles de Bristol. En todo caso es un placer tenerlo y disfrutarlo con frecuencia.
Una revolución en mis escuchas
Mi disco suyo es el primero que descubrí, tal vez eso influya, el Sort of revolution (2009) y la pieza a no perderse de ninguna manera es el track homónimo que abre el disco, puro veneno. Todos los restantes: Fresh produce (2000), Biscuits for breakfast (2006), es inglés al fin y al cabo. el Distance and time (2007) y el calentito Perfect Darkness (2011) que aún estoy descubriendo. En todos ellos se suceden las canciones con el singular ADN de Fink, temas muy pausados, casi recitados, con la capacidad de parar el tiempo y torcerlo hacia el exterior, se escucha su voz hipnótica y un bálsamo aquietador te posee, las portadas de sus discos, cuando ofrecen su imagen, lo presentan con retratos a pluma, sin grises, algo duros, hay que ir al interior para hallar matices y suavidad. Es preciosa la letanía en Biscuits, biscuits for breakfast, biscuits for breakfast, biscuits for breakfast... y en tantos otros temas. Una experiencia única.
Bill Callahan. El tipo que se ha pasado casi toda su carrera bajo el seudónimo de Smog es un introspectivo cantante nacido en Maryland y de él se puede decir que hilvana las canciones a través de su preciosa voz, modulada en meandros calmosos, y un ritmo de amaneceres límpidos. Su música es bonita pero no dulce, el desgranar de las piezas se produce en la calma que su tranquilidad natural les confiere. Mi relación con él es bastante reciente, lo descubrí en un blog que visitaba en otoño pasado con mucha frecuencia y debo confesar que, más que el elogioso texto del blogero hacia su Sometimes I wish we were an eagle (2009), me capturó el bucolismo campestre de la portada y esa declaración tan naïf del título de la obra. La escucha produjo un flechazo instantáneo (valga la redundancia) y conseguí toda su discografía en pocos días. Su trayectoria se podría definir como un viaje desde el experimantalismo a la sabiduría, los primeros discos de Smog contienen grandes momentos y "boutades", música y sonidos, rezuman una búsqueda de un lenguaje propio, y a mitad de los noventa lo encuentra y lo desarrolla con maestría.
Ser águilas? Estar ahí ya es suficiente
Si tuviera que etiquetarlo en un tipo de música lo haría con el sello de granjero urbano en paro, entendámonos, es un farmer al completo, en sus últimos discos, su discurso precisa verde y espacio, pero el bagaje que le acompaña está espolvoreado del sonido industrial que le vio crecer como músico, no reniega de ello simplemente ha aprendido a situarlo. Ni que decir tiene que entre sus discos recomendables está el Sometimes, hermoso hasta sudar hermosura, con el primer track Jim Cain sedando nuestros oídos desde un principio, hasta la monumental The wind and the dove, con aires orientales. También recomiendo su último álbum, Apocalypse (2011), donde consolida sin esfuerzo logros del anteriormente comentado. Somewhere between the wind and the dove, Lies all I lost in you, And when the wind just dies, when the wind just dies, And the dove won't rise, From your window sill ... Puro Callahan.
Iron and Wine. Samuel Beam es un cantante al que no le debe gustar su nombre y se hace llamar hierro y vino, una de las curiosidades que tiene, el músico de Carolina del Sur es otra incorporación a mi discoteca por vía de su buen gusto en las portadas, en este caso era el The creek drank the cradle (2002) y está conseguido en las mismas fechas que el de Bill, el mismo merodeado blog también. Es un artista menos prolífico que los anteriores ya que desde el Creek hasta la actualidad sólo ha grabado tres discos más. se ve que se toma la vida con calma y sus canciones lo reflejan. En los states es un artista de culto y en ciertos círculos queda muy cool declararse seguidor del IaW, su música es pasto de series de calidad (o menos) como House (algún día tengo que conocer al coordinador musical de esa serie, que talentoso!!), Anatomía de Grey o L word.
La portada que transpira
Los cuatro obras que ha editado son totalmente recomendables si bien es el Kiss Each Other Clean (2011) el que más suena en mi Ipod últimamente (ese Rabbit will run tan celta y cadencial!), de quedarse uno el Creek sin dudar.
Un peligro de la sutileza pausada de su música es que se emplee como hilo musical y se desperdicie le caudal de detalles que contiene, pero cada cual que lo escuche como le convenga, que tampoco estamos para dar lecciones de nada. Si contemplando la portada del Creek no os sentís arrebatados a lanzaros en pos del álbum es que sois daltónicos auditivos o miopes oyentes, sólo puedo decir que la hermosura de la música está presentada coherentemente con el exquisito diseño de la tapa. An angry bird es la canción que me martillea con más tesón y en cada ocasión que suena siento el roce de las mieses en mis manos andarinas, su calma voz canta: Eres un muchacho airado y eres valiente, pero estás solo... Una sabia fotografía.
The kings of convenience. Nos ponemos exóticos y introducimos nuevos elementos en la comunidad Farmer, esto no es un singer solitario, es un duo de chicos !noruegos!, dos pipiolos con aire frágil que se inyectaron el campo en las venas o lo traían de serie, no importa, pero se diría que sus discos huelen a pasto recién cortado y su música deviene coherente con el aroma.
Así de tranquilos son los noruegos
El punto de interés que me llevó a ellos no fue la portada ni la recomendación de nadie, me sedujo, y sigue haciéndolo el nombre de su primer disco, Quiet is the new loud (2001).
Alguien que se hace llamar los reyes de la conveniencia y que lanza un álbum que proclama que la tranquilidad es el nuevo ruido tiene que ser catado sin reservas. En la búsqueda de su discografía me topé con otra joya de esta sutil toponimia musical, Declaration of dependence (2009), toma ya!!. En el caso de los escandinavos se produce uno de esos momentos en los que la música adquiere todo el valor que puede poseer, estoy en casa y los pongo a sonar, y Mimaría, levanta la vista y pregunta: ¿Quién es? y sonríe, en esa sonrisa se encuentra el sentido de todo esto. Singing softly to me, I don't know what I can save you from o Parallel lines son piezas de una calidad tan extraordinaria como etérea, son tres muestras de las varias que se hallan en cualquiera de sus cuatro discos, recomiendo los dos citados porque su verbo me subyuga, pero los otros dos son tan destacables como estos.
Gillian Welch. La ciudad nos visita, esta neoyorquina de nacimiento y angelina de crecimiento es la detonadora del impulso que me ha llevado a escribir este post. Ya era hora de que apareciera una voz femenina en estas letras, el género farmer estaría incompleto sin los trinos de las chicas, el género madre que es el Country cuenta con maravillosas vocalistas, Lucinda Williams, Joni Mitchell, o las nuevas Alela Diane (descubierta gracias al excelente blog de Fernando Navarro, La ruta americana) o Neko Case por citar algunas. Gillian hace ya un par de años que me acompaña, más o menos desde que se consolidó mi interés por esta música, con su fantástico Time (The revelator) del 2001 y vino de la mano del citado Ryan Adams, ya que comparten guitarrista, David Rawlings, en el caso del norcarolino de forma más ocasional pero al estar presente en el Heartbreaker le seguí la pista y descubrí que hacía pareja musical con una tal Gillian, la escuché y me capturó.
Una de las semillas Farmer
La chica es otra artista tranquila que publica con calma, cinco trabajos en quince años no matan de estrés a nadie. Al ser una urbanita el énfasis campestre es casi más pronunciado, la Welch nos canta desde la carreta perezosa en el camino, el toldo de sus melodías nos protege del sol pero nos permite respirar sin esfuerzo, David puntea las cuerdas y la vaquera voz nos va llevando. Si alguien aterriza de improviso en su Elvis Presley blues se queda a vivir una temporada sin pensárselo, la falsamente sencilla voz de la cantante se modula de forma suave y se muestra más que capacitada para pintar de detalles los versos. Son muy recomendables también sus The harrow and the harvest (2011) y Soul Journey (2003), contienen himnos soberbios como Tennessee o I made a lovers prayer que no permiten apagar el deseo de seguir en la compañía de la cantante. El camino es el viaje y la compañía excelente.
Existen más nombres que integran la troupe y podrían merecer reseñarse más ampliamente, me limitaré a citarlos para no convertir el texto en una procelosa aventura que nadie finalice.
En mi discografía Farmer se hallan también: Andrew Bird, Noble beast (2009), Annabelle Chvostek, Resilience (2008), Bowerbirds, Hymhs for a dark horse (2007) y Upper air (2009), la citada Neko Case, Middle cyclone (2009), Dot Allison, Room 71/2, Jakob Lewis, Bow and arrow (2010), Laura Marling, Alas I cannot swim (2008), I speak because I can (2010), A creature I don't Know (2011), Lou Rhodes, Beloved one (2006?, Bloom (2007), One good thing (2010), los hermanos Wainwright, Loudon y Martha con sus respectivas discografías, Sam Amidon, I see the sign (2010). Seguro que se irán incorporando algunos que aún no he detectado que casan mejor con esta etiqueta con la que actualmente poseen, esta sería la foto actual de este nuevo género que en este momenti componen una setentena de trabajos de los músicos relacionados.
La belleza pura
Fijándose en las fechas de las grabaciones se hace muy obvia mi inclinación reciente por ellas, creo que es una música que precisa de perspectiva vital para ser saboreada, estoy convencido de muchos de los discos alabados ahora hubieran sido denostados sin ningún temblor hace un par de décadas tan sólo. El disfrutarlos precisa de tiempos calmos, mirada de horizontes extensos y, por qué no decirlo, años en la espalda que atemperen efervescencias juveniles. Al ser una música que proviene de un género tan atlántico y que inunda las ondas en territorios lejanos a la Europa de siempre, es además comprensible que sea una elección minoritaria por estos lares, pero todo es encontrar los temas que den el acceso adecuado a esa sensibilidad y luego el germinar es una consecuencia natural.
Qué música te llevarías?










I wanted a mystery that couldn't be solved, 
I wanted a puzzle with pieces missing.
I wanted a story that couldn't be told,
Only the fishing part of fishing. 

Singing softly to me (tKoC) 

7 comentarios:

  1. Sin duda, las fotos te hacen oir determinados sonidos que podrían estar contenidos en esa nueva carpeta de música Farmer, y estamos de acuerdo en las fotos de toda la entrada, pero en esa imágen que preguntá "Qué música te llevarias?", yo no dejo de oir a Antony a Beth Gibbons o incluso a Bliss.

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  2. Mimaria, si te pones así nos llevamos las suites y no se hable más. :x

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  3. Totalmente de acuerdo, farmer, engloba todas las sensaciones con las cuales te inunda éste género. Soledad, lejanía, paz.

    Él único tema de Bruce Springsteen que tengo en mi movil es Sinaloa Cowboys.

    Y en ésyos momentos estoy con Rayn...(Bryan Adams?) No! Ryan...jajaja

    Me copó ésta entrada.

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  4. Hola Sumaría,
    Tenía fundadas sospechas que en esta entrada te encontrarías muy a gusto ;). Luego me pondré el Sinaloa Cowboys que hace un mundo que no la escucho (si se entera Aranza de que tengo al Boss tan descuidado!).
    Un beso

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  5. Hay mucho de orfandad y buscamundos en la melodía farmer, de ahí mi enganche.
    beso

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  6. Me he enterado Ferran,me he enterado... Pero puedo llegar a hacer oídos sordos ante esta blasfemia, ya que suscribo y alabo tu buén gusto en la selección de grupos en esta entrada.

    Aranza.

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